22 mar 2009

La avenida 23

Te recomiendo escuchar mientras lees:





Los italianos por fin teniamos un espacio libre de americanos, alguno de esos mafiosos ha de haber hecho tratos con la policía, pues desde unos meses para acá ya no han venido a molestarnos, la avenida 23 se había convertido por fin en lo que ahora llamamos "La pequeña Florencia" (La Piccola Firenze).

Después de un viaje corto a Italia para entregar las condolencias con la familia, por la muerte del abuelo, había vuelto a casa, con muchas noticias que me desconsertaron bastante, el asesinato de mi mejor amigo Michelangelo, el bar de mi padre había sido quemado y nadie quería decirme que pasaba, ni quien había sido, ni siquiera tenia el valor de preguntarle a mi padre, en el barrio, todos hablaban de de alguien con el diente dorado, preferí ignorar el suceso y seguí dando la vuelta en el vecindario.

Habiendo noticias buenas, a un par de calles se había inaugurado la tienda de música de Jean-Loup Dubois, un refugiado frances, que tenía problemas con gente de su país, de norte américa y en otros tantos lugares en el mundo pero era muy querido en el vecindario así que todos lo conocian como "El albino Giorgio", con contactos desconocidos consiguió las famosas guitarras eléctricas siendo la única tienda de la ciudad en venderlas. Él jazz estaba en su apogeo, así que decidimos ir a ver que tenían de especial las dichosas guitarras, pero Pellegrino tenía que trabajar en el salón Corzzollio así que iriamos otro día.

Habría un evento importante en el salón y por lo general esos días ofrecen trabajo temporal de acomodadores, cualquier persona con uso de razón asistía a esos eventos cuando se daba la oportunidad, pues todos sabiamos que esos mafiosos que acuden al salón Corzzollio, dan buenas propinas.

Bien vestidos por su puesto y listos para celebrar después del evento, nos dirigímos al salón, eramos pocos los acomodadores lo que indicaba que habría más propinas que en otras ocasiones, Pellegrino habló un par de minutos con el dueño del lugar y nos dejó trabajar en los palcos donde se quedaba la gente más importante de la Pequeña Florencia y algunos yankees adinerados que querían quedar bien con sus parejas.

A diferencia de los demás salones, en el salón Corzzollio cuenta con una excelente barra de bebidas, pues no solamente se podía beber durante la función, la barra es enorme y ofrece las bebidas más exóticas del momento y para ganar unos centavos extras decidimos ofrecer el servicio hasta el lugar de los comensales.

Pellegrino venía en el pasillo cuando iba a ofrecer el servicio en el ala derecha del salón, pero por alguna razón me detuvo y me dijo un tanto nervioso que no fuera para allá, que estaba muy vacio y que no había nada importante que él se encargaba de ese sector. Al principio no le dí mucha importancia, pero conforme iba caminando de vuelta me dio demasiada curiosidad saber que era lo que hacia temblar de nervios a mi amigo.

Regresé al lado que me correspondía y desde los palcos del ala izquierda trate de observar a las personas del otro punto, mis sorpresas fueron dos:
La primera al ver que estaba totalmente llena esa área (cosa que mostraba que Pellegrino ocultaba algo)
Y la otra fue al ver un brillo singular en uno de los palcos privados más cercanos al escenario, lo cual me llevo a sospechar, estaba más que seguro de saber quien estaba allí sentado, me dirigí al pasillo central para poder ver de cerca y en efecto, el brillo que podía ver no era otro más que el del diente dorado de "Renatto el guapo", la sangre comenzó a hervir en mis venas pues el había matado a nuestro gran amigo Michelangelo, Corinna aún estaba con el alma hecha pedazos, y el joven Michelangelo II acababa de nacer, juré por mi misma vida que vengaría la muerte de mi amigo, más que un amigo era como mi hermano, mi padre (Tony Mortello) lo quería como si en verdad fuera de la familia, y aún no podía olvidar lo que pasó en el bar.

Tomando un poco el control sobre el asunto, ya más relajado regresé a trabajar, pedí unos segundos para salir a tomar el aire, y vi pasar Luigi mi primo, lo saludé y le pedí que fuera por un frasco a la casa, que se apresurara y que no hiciera preguntas, si mi padre lo veía le dijera que iba por una chaqueta pues estaba haciendo frío. Perdiendo el tiempo en la entrada del salón por fin lo vi acercarse, me entregó el frasco y se fue sin decir algo más.

Regresé a mi punto de trabajo y le comenté a Pellegrino que ya sabía lo que ocultaba que no había cuidado, todo estaba controlado (obviamente no le dije lo que haría), que podría ayudarle en esa zona sin problema alguno, un tanto desconfiado aceptó y me pasó las ordenes de los palcos contigüos, no se necesitaba saber la orden que tomaría Renatto ni ser un genio para adivinar pues a esa escoria sólo le gustaba beber whisky escocés; del más caro; claro está.

Todo estaba listo el frasco contenía algo llamado compuesto 1080, un veneno muy eficaz, sacado de un pesticida, su eficacia se basaba en sus propiedades, ya que es transparente, inodoro y soluble al agua y obvio al alcohol.

Justo antes de entrar al palco y entregarle su bebida especial, escuché claramente algo acerca de el albino Giorgio y algo sobre eliminar a ciertos incómodos(de los cuales no pude oir sus nombres), Renatto se despidió del sujeto así que dí 3 pasos atras, para que al salir no notara que estuve escuchando, el sujeto salió, con un habano en la boca, sonrió me saludo amablemente y por fin entré a entregar la bebida a ese bastardo.

Renatto me observó con una mirada bastante familiar, dijo que no había solicitado nada y le comenté que la casa invitaba la bebida para que probara el mejor whisky de escocia traido al mejor salón, exclusivamente para sus mejores comensales.

Sin pensarlo mucho lo bebió todo, sonreí, le desee buena noche, y que disfrutara la función. Saliendo de allí, escuché que me llamó de nuevo, volví, me dió 100 liras y me pidió que estuviera pendiente de su vaso pues no quería verlo vacio, volví a sonreir, le dije que sus deseos eran fáciles de cumplir, así que no osbtante con la primer dosis, puse un poco más de veneno en su vaso y le hice entrega de nuevo, regresé al ala izquierda del salón para evitar sospechas, aunque para ser sincero constantemente regresaba a ver como se encontraba ese desgraciado. en unos minutos su sonriente rostro se tornó palido y lleno de salpullido, amablemente, le ofrecí traerle algún medicamento, pero curiosamente el me pidió algo imposible de creer, me dijo que lo llevara a su casa, que me daría más dinero, pero que nadie lo viera salir así, pues realmente se veía muy demacrado y una persona con su reputación, no podía ser visto así por alguien más, atribuyendo su malestar a la comida oriental y declarando que se desharía de esos japoneses que cocinan mal, avisé a Pellegrino que me cubriera, pues me sentía mal del estómago, fuimos al vehículo de Renatto, me dió las llaves y se acostó en el asiento trasero.

Le dije acerca de un amigo médico que era muy discreto, y accedió con la cabeza, le recomendé dormir un poco y llegué a nuestro vecindario por la parte trasera, saqué a mi padre de la casa y lo llevé hasta el vehículo.

No lo podía creer, desde el momento que vio ese auto la fayette, volteó a verme y se dió cuenta que ya tenía noticia de quien fue el asesino de Michelangelo.

Abordamos rápido al carro, y comenzamos a dar un largo paseo por las afueras de la ciudad, a esas alturas Renatto ya presentaba demasiado malestar, llegamos hasta el río Hoover no sin antes parar un par de veces pues la peste de su vómito era bastante desagradable. Por fin estabamos cerca de la colonia de franceses, donde no era noticia que Renatto el guapo no era bien recibido y que sin duda sería de su agrado ver el cadaver de esa basura.

Mi padre, que conocía bien a varios sujetos de la colonia, me guió entre las calles a un restaurant, se bajó y me dijo que esperara, regresó casi al instante con un individuo alto, mal encarado y con un mandil lleno de grasa, conocido como "El obeso Jaques" al ver el cuerpo de Renatto aún con vida, regresó al restaurant, pronto salieron 2 individuos más que tomaron el cuerpo, Jaques salió con un fajote de dinero, se lo dió a mi padre, y nos invitó a comer para celebrar, pero mi padre se negó, aún teniamos algo que hacer. Al fondo pudimos escuchar los últimos gritos agónicos casi afónicos de Renatto el Guapo.

Mi padre un tanto feliz pero con una lágrima en el ojo, me desplazó al asiento del copiloto, viajamos toda la noche hasta San Francisco por fin llegando al río casi a punto de amanecer, empujamos el auto hacia el río y tomamos el autobus de regreso a casa.

Sin escalas, llegamos a casa de Corinna y le dimos la mitad del dinero, le dijimos que por fin Michelangelo I descansa en paz, y que su alma puede por fin estar tranquila, se veía en su rostro la paz y cierta curiosidad por saber que pasaba, solo la abracé y le hice prometer nunca indagar en el asunto.

El resto del dinero sería utilizado para reparar el bar de mi padre, pero tiempo después de lo sucedido para no levantar sospecha

Lo que pareció ser un acto heróico a la larga resultó ser quizá una estupidez, pues después de la extraña desaparición de Renatto El Guapo en la Piccola Firenze, las cosas no volvieron a ser iguales.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

jojojo tu eras renato el guapo!
ay ajaaaaaaaaaa!
linda historia amor!
como simpre, prefiero leer las
tuyas q las de mi ermano xD
te amo :)

Anónimo dijo...

no maaaaaaaaaaaaaa


que buena esta ahora queiro saber que pasooo



simon ya mae acorde de renato el guapo de la pasada



tsss chingonaaaa broooo


es tien que ser un librooo hermanooo


que andes chido

puchungoo

Anónimo dijo...

ehhhhh!! siii comparto lo que dijo Yazz jajaja eras el guapin!
oye abuelini te rifas demasiado!!
eres el mejor abuelito del mundo
te quiero mucho
sigue asi rifando como siempre
te veo el sabadin

Anónimo dijo...

me cayo bien renatto el guapo!
por alguna razon tuvo que matar a michelangelo ojala sea una muy buena.